¡Bienvenid@!... Este blog nace por amor a Jesús. La idea es reflexionar, desde la perspectiva de la fe y la revelación, en todas las circunstancias relacionadas con su nacimiento, vida y ministerio. El punto de partida será el pesebre. Aquel lugar donde de niños encontramos a "Dios con nosotros".


25.12.09

EL PESEBRE DE MI CORAZÓN

Hace unos minutos abrí mis correo buscando el saludo de algún amigo. Así encontré este mensaje.

Agradezco a Dios y a Margarita Sharp de Priora este recordatorio.Aquí lo dejo.

Es mi regalo de Navidad para ti. Espero que lo disfrutes. Cristina




Un cariñoso saludo, acompañado de estas palabras de sencillo recogimiento en esta Noche Buena...

EL PESEBRE DE MI CORAZÓN


El triste establo de mi corazón, huele a maldad.

Está a oscuras, sin luz.

En la noche mía, las lucientes estrellas del universo,

se esconden avergonzadas

por este lugar nauseabundo,

inaceptable alcoba para el Hijo del Rey.


Aquí muge la indiferencia.

Balan las quejas de la disconformidad.

El odio, da coces de asnos contra las palomas de la paz.

Las secas y rígidas pajas, encubren la esperanza.

En el barro inmundo,

se mezcla el orgullo de la nada que soy.


En el silencio adormecido de la madrugada,

necesito la claridad del “Gloria en las alturas”.

Necesito las cálidas voces angélicas

que estremezcan las fibras profundas de mi pétreo corazón.

Necesito el sedoso llanto del inocente hermano de Dios.

Necesito llenar mi pesebre,

está vacío,

mis oídos están dormidos,

mi voz está acallada…


Quiero transformar esta mísera cueva de mi alma,

en morada del Príncipe de los Cielos,

donde el aire se purifique con vuelos de palomas en paz,

donde los corderos rodeen de calor y ternura

el frío tugurio de mi incierta existencia.

Quiero que haya lugar para las ofrendas

que lleguen en camellos de oriente.

Quiero que no falte la leche espiritual

para el crecimiento del niño que hay en mi.

Quiero que se acerquen los pastores

y me enseñen de su fidelidad al Niño Dios.

Quiero que los ángeles

reúnan el latido de las estrellas e iluminen,

este inepto escondrijo mío.


El cielo de mis anhelos

acude a esta Navidad

en busca del brillo de aquella noche en Belén.

Nada tengo que ofrecer,

sólo, las secas pajas de futuros inciertos.

Lavaré el sitio donde acude a comer el servil ganado,

sacudiré el polvo y las telas de araña,

ordenaré el corral y las bestias.

Y el hueco más tibio de mi ser

lo empaparé con óleos y fragancias,

para albergar el suave aliento del Niño,

en el pesebre de mi corazón.


Margarita Sharp de Priora. 19 de diciembre de 2009.

13.5.09

Querido Jesús...

¿cómo te digo lo que no sé decir?
¿Cómo expreso lo que no encuentro
palabra que alcance, abarque o defina?

Galimatías indescifrable, carente de belleza,
ritmo, musicalidad, emoción;
yo sé que combinar letras, tal vez no alcance.

Sólo déjame estar.
La mirada interior fija en ti,
como en horizonte bello, admirado,
contemplado hasta la emoción, pero inalcanzable.

¡Pobre pretensión la mía!
Supuesto fugaz.
Chispa luminosa,
al mismo tiempo
tan real e ilusoria,
captar-te.

13.3.09

TOMAR LA DECISIÓN

Febrero del 76. Calor. Sin embargo, desde hacía tres semanas, todos los Sábados, alrededor de las cuatro de la tarde, llegaban “esos de la Biblia”.
Don Julio Blanco, el hermano Casals y Margarita Yucopila, venían con sus sonrisas y amabilidad. Traían unas hojitas con las lecciones del curso “Tesoro de Vida”. Yo leía y contestaba las preguntas durante la semana. Se las entregaba el Sábado y ellos me daban una nueva lección.


Pero yo ya sabía más de lo que admitía o demostraba durante sus visitas.
Hacía más de un año que tenía mi Biblia y la venía leyendo y estudiando.
¡Y con qué desesperación y avidez lo hacía! ¡Tenía tantas preguntas sin contestar! ¡Tanto dolor y angustia y vergüenza y soledad!...
Pero claro, ellos no lo sabían. Sólo veían a una muchachita menuda y parca que generalmente contestaba con monosílabos y evasivas.

Esa tarde fue distinta. El señor Casals preguntó si yo le había entregado mi corazón a Jesús... “porque a esta altura usted ya sabe cual es la voluntad de Dios para su vida...” o algo así.
Miré para otro lado. No recuerdo cual fue mi excusa. Entonces dijo con firmeza:
-Bien, no quiero quitarle más tiempo. ¿Usted tiene Biblia, verdad? – Asentí con la cabeza- Entonces lea este versículo...
Y en el borde de la lección que me estaba dejando escribió: “Isaías 1:3”. Saludó y se fueron.
Cuando entré, mi mamá y mi hermano tomaban mate en la cocina.
-¿Ya se fueron? ¡No se cansan nunca éstos...!- dijo Eduardo mientras dibujaba.
-¡Yo no sé por qué no los cortás de una buena vez!- protestó mami.
Yo seguí para mi pieza, tomé la Biblia, busqué el versículo y leí:

"El buey conoce a su dueño,
y el asno el pesebre de su señor;
Israel no entiende, mi pueblo no tiene conocimiento."

Volví para la cocina.
-¡Qué se yo! No entiendo. Este hombre me escribió aquí que lea Isaías 1:3... ¡Pero no entiendo lo que me quiso decir!
-Haber... leélo.- dijo Eduardo.
Y lo leí. Inmediatamente mi hermano se echo a reír.
-¿Cómo que no entendés?... ¡No ves que te está diciendo que sos una burrita que no sabe dónde está su Señor!

Entonces fue como si una espada de dos filos hubiese atravesado mi corazón. ¿Yo no saber dónde estaba mi Señor, mi amado Jesús? ¡Si que sabía, claro que sabía!
Me encerré en mi pieza y lloré. Mucho, muchísimo. (Por entonces mis ataques de llanto podían durar horas). Cuando sequé mis lágrimas ya había tomado mi decisión: afrontaría lo que fuera, pero iba a vivir para hacer la voluntad de Dios.

El Sábado siguiente por la mañana, para sorpresa de todos, fui al pequeño templo en construcción de la Iglesia Adventista del Séptimo Día que quedaba a tres cuadras de mi casa.
Ya se van a cumplir treinta y tres años que comencé este camino... ¡gracias a Dios por eso!
¡Alabado sea su Nombre, porque su mano me ha sostenido y fortalecido!

¿Y tú, mi queriod@ amig@? ¿Acaso también eres un burrito que no sabe dónde está su Señor? Pero sí, sabes. Yo creo que sabes.

¡Ven, ven al pesebre!
Contemplemos juntos a Emanuel.

26.2.09

DESDE EL PESEBRE

Volver al pesebre. Es lo que estoy haciendo en este momento.
No que me haya apartado de Cristo. No.
Pero por largos meses abandoné este lugar. Las causas y las excusas podrían ser muchas. No sé si válidas.


Ya no importa. Creo que mi gran desafío es volver al pesebre.


Reencontrar el leve crujido de la paja. La penumbra del establo. El penetrante olor de los animales y su aliento... y su tibieza.
Arrodillarme junto a la cuna improvisada. Contemplar a la Señora que, medio recostada sobre unos fardos, sonríe leve y acomoda pañales.


Y tú a mi lado. Los dos juntos. Abrazados como hermanos. Unidos por el mismo asombro, parecidos miedos, la misma esperanza, nuestra mayor necesidad.
¡Ven, herman@, quédate a mi lado!
Contemplemos juntos a Emanuel.