EL CORDERO DE DIOS, por Cristina Fornés
Cuando Juan el Bautista lo ve acercarse a Jesús al río Jordán, proclama (Juan 1:29):
Aquí podríamos hacernos varias preguntas, por ejemplo: ¿Qué significa esto? ¿Por qué le dice “Cordero de Dios”? ¿Desde cuándo se usa esa simbología?...
Para aproximarnos al tema, nos tenemos que remontar al pasado. A los mismos orígenes-Génesis del asunto.
Veamos: Cuando Adán y Eva deciden creerle al enemigo, no atender la advertencia Divina y darle la espalda a su Creador, surge “EL PECADO” (la separación de DIOS).
El hombre y su mujer quedan irremediablemente condenados a desaparecer. No como castigo de parte de un dios desairado, sino como resultado de haber elegido independizarse de nuestro Padre Celestial, es decir, de la VIDA misma. Es entonces cuando Él sale a buscarlos y les anuncia la solución.
En Gén. 3:15 “el Señor deja de dirigirse a la serpiente literal que habló a Eva, para pronunciar juicio sobre el diablo, la serpiente antigua... expresado en lenguaje profético, siempre ha sido entendido por la iglesia cristiana como una predicción de la venida del Libertador....” *
El hombre, “de gobernante de este mundo se había convertido en esclavo de Satanás”. Sin embargo recibe consuelo:
En su infinito AMOR y misericordia, el Padre, había previsto y aceptado “el sacrificio voluntario del Hijo... (1 Ped. 1: 20; Efe. 3: 11; 2 Tim. 1: 9; Apoc. 13: 8)” para rescatarlo.
Entonces, “Dios instituyó el ritual de los sacrificios para proporcionar al hombre una ayuda visual, a fin de que pudiera comprender algo del precio que se debía pagar para expiar su pecado. El cordero inocente tenía que dar su sangre en lugar de la del hombre y su piel para cubrir” * su desnudez.
Así podría recordar siempre, por medio de los símbolos, al Hijo de Dios, que tendría que entregar su vida para expiar la transgresión y cuya justicia sería lo único suficiente para cubrirlo.
La demostración práctica no se hizo esperar: el mismo Señor los viste con pieles de animales (realiza los primeros sacrificios para cubrir a Adán y a Eva).
Es evidente que ellos transmitieron esa enseñanza a sus hijos.
En Génesis 4 encontramos a Caín y Abel llevando sus ofrendas a Jehová. Y aquí tenemos otro “Génesis”, el origen de la falsa adoración.
Es evidente que ya eran adultos, lo suficiente para haberse independizado del altar familiar y haber asumido las responsabilidades de su religión personal.
Ambos se acercan a DIOS, expresan su deseo de agradarle (al menos eso aparentan), ambos traen ofrenda.
Entonces, ¿por qué Jehová acepta una y no mira con agrado a la otra?
PORQUE LA OFRENDA, EN SI MISMA, NO TIENE NINGÚN MÉRITO, SINO EL MENSAJE QUE COMO SÍMBOLO EXPRESA.
¿Qué le dijo Abel a Jah con su ofrenda?
“¡He aquí el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo, que quita mi pecado, que me restaura a la comunión contigo! ¡Acepto tu voluntad para mi vida! ¡Gracias, me entrego a ti por amor!”
¿Qué le dijo Caín a Jah con su ofrenda?
“Aquí están los frutos de mi sacrificio y trabajo. Como ves, soy lo suficientemente bueno y capaz. Yo no necesito ni salvador ni intercesor. ¿Arrepentirme?... ¿De qué?... Además, si vamos a tener algún tipo de relación, va a ser según mis términos, yo pongo las condiciones...”
Aquí tenemos, por un lado el hombre pecador, que invocando a Dios, se auto-entroniza. Que pretende decirle a DIOS (y después, de imponerle a su prójimo) cuál es la manera de resolver la ruptura en la relación, cuál es la manera de “adorar”. (Surge el sistema de la falsa adoración)
Por otro lado, el hombre pecador, que reconoce en el Señor los atributos de Creador y Soberano del Universo y, por lo tanto, acepta las condiciones establecidas por ÉL para resolver la ruptura en la relación. El hombre que avanza por fe en la promesa de redención y que al AMOR recibido, responde con amor, lealtad, gratitud y alabanza. (Confirma el sistema de la verdadera adoración)
Entonces Caín se llenará de odio hacia su hermano, le pondrá una trampa y lo asesinará. Pero esa es otra historia. Una historia que a lo largo de los siglos se ha repetido y se repetirá: los representantes de los falsos sistemas de adoración alzando sus manos, persiguiendo y asesinando a los que pretenden ser fieles al Señor.
Pero, como te dije, ese es otro tema. Hasta la próxima.
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* Fuente
Comentario bíblico adventista del séptimo día, Tomo 1- 1ª. ed.- Mountain View, California (EE.UU. de N. A.); Publicaciones Interamericanas, 1978